Para llegar al fondo de dicha visión, vía email, Galindo responde una serie de preguntas básicas sobre la película.
¿Cómo surge el proyecto del documental?
Todos y todas tenemos impreso en el oído el llanto de una mujer por la humillación y la violencia cotidianas.
La impotencia y el dolor de mujeres que no hallan justicia es parte del ornato público de las ciudades y parte del espacio de relleno de los medios de comunicación con un tratamiento paternalista, que vuelve a ‘victimizar’ a las mujeres.
En ese contexto, yo como feminista hace tiempo que me había propuesto la necesidad urgente de hacer un trabajo audiovisual que replanteara el problema que recondujera el debate, que sacara a las mujeres de ese lugar mortal que es ser simplemente víctimas.
¿Cuándo se inició la pre-producción, el rodaje y la producción en sí?
No hubo etapa de pre producción. Tuvimos que entrar casi como en una intervención de emergencia directamente a la filmación porque era urgente la participación de algunas de ellas que ya ivan a marcharse de regreso a sus países, por lo que lo más importante era que ellas coincidieran en medio de sus tareas con una mañana libre y eso fue muy difícil de lograr.
¿Qué se busca o se pretende con esta producción?
Desconcentrar el debate en torno a la violencia contra las mujeres como una forma de violencia domestica para colocarla en el lugar que tiene; la violencia contra las mujeres es un instrumento político de castigo, disciplinamiento y sometimiento de las mujeres. Cuando una mujer decide estudiar surge el golpe, cuando hay celos surge el golpe, cuando una mujer decide trabajar surge el golpe.
“Amazonas, mujeres indomables», ¿por qué el título?
Algo que la sociedad en su más diversa forma nos devuelve es reiteradamente la imagen de mujeres dominadas y resignadas quizás hasta abnegadas, pero pocas ,muy pocas veces funciona en el imaginario social y en el imaginario de las mujeres la imagen de mujeres indomables que no se dejan. El mito de las Amazonas tienes referencias en todas las culturas y los continentes del planeta mitad historia, mitad leyenda.
¿Qué realidad encontraste vos en Buenos Aires?
Lo que yo muestro es otro Buenos Aires, el que no conocemos ni imaginamos; no es Corrientes ni 9 de Julio. Es un asentamiento de cientos de miles de migrantes de diferentes partes de América Latina, Perú, Paraguay, Chile y Bolivia. Un conglomerado ilegal o legal, que está en una gran parte controlado por el narcotráfico y por los talleres de costura de máxima explotación laboral hacia las mujeres. Ese es el contexto donde se desarrolla la historia.
¿Cómo viven las mujeres bolivianas? ¿Son todas víctimas?
Las mujeres Bolivianas en esta zona van construyendo formas organizativas muy interesantes. Desde ya las protagonistas son parte de un comedor popular que se llama Niños Felices. La gestora de ese comedor es una mujer de origen potosino.
La pregunta sobre si son todas víctimas… ellas o nosotras, sería mi respuesta.
Yo considero que la violencia contra las mujeres es común a todas las mujeres en el mundo: de todas las clases sociales, generaciones y sectores sociales. Porque si no la sufres vos en primera persona, la sufre tu amiga, tu vecina, tu hermana o tu madre; es parte ineludible de la vida de todas nosotras. Ahora, ¿qué hacemos con eso?, es la pregunta. ¿Vivimos y nos acomodamos en el lugar de la víctima? No, claro que no. Hay mujeres que han encontrado cierta comodidad en considerarse víctimas sin darle una respuesta a esta condición. En el caso de mi trabajo, lo que hace es justamente ponerle cámara e imágenes a mujeres que han abandonado la palabra víctima para construir un lugar de dignidad y de rebeldía. Por otro lado, que las mujeres ocupemos el lugar de la victima llorosa y muda es una necesidad de dominación que la ves muy nítidamente en los medios de comunicación, en el discurso de las iglesias y de todas las instituciones.
Luego la etapa de guionización y armado que yo la llamo hilvanado, cortado y bordado a mano, fue más lenta. Fui recogiendo parte de mi programa de radio en La Paz en Radio Deseo. Allí voy conversando constantemente con mujeres víctimas de violencia. Recoger la voz de estas otras mujeres me tomó más de un año.
Ellas usan un espacio público, como la radio, no sólo para denunciar la violencia, sino para procesar ellas mismas lo que están viviendo.
La mezcla entre la propuesta de las mujeres en Argentina y la voz de las mujeres bolivianas le da mucha potencia al trabajo porque le permite un contraste perfecto entre el dolor y la rebeldía
¿Cómo financiaron el documental?
El viaje a Buenos Aires fue organizado y pagado por el Colectivo Situaciones que es un grupo de pensamiento en Argentina. Monte Hermoso, un museo de arte contemporáneo, aportó con parte de los equipos y otra parte de los equipos fue aportada por la cooperación del Gobierno Vasco. En ninguno de los casos estamos hablando de un financiamiento directo sobre el proyecto. Este es un proyecto desde el punto de vista de la filmación completamente independiente.
¿Luego de su proyección en La Paz, planeas llevarlo a otras ciudades?
Tenemos una compañera que tiene planes de llevarlo al norte de La Paz y Beni desde donde además hay varios pedidos. Para el resto del país aún estamos viendo qué reales conexiones se dan para poderlo llevar. Estamos muy interesadas en llevarlo por todo el país, pero acá en La Paz nomás hemos tenido muchísimos problemas. El municipio de La Paz, que administra el cine 6 de Agosto, ha tenido una actitud de sabotaje del trabajo porque Mujeres Creando no coincide con su política municipal.
El trabajo contiene una fuerte crítica a las instituciones que administran violencia y en ese sentido no te censuran pero sí te boicotean la difusión. Lo mismo ha sucedido con el canal estatal o la Radio Patria Nueva donde hemos pedido difundir el trabajo y no hemos conseguido ni hablar siquiera con la directora, que no ha querido ni recibirnos.
¿Lo proyectarás en Cochabamba?
Estamos haciendo los contactos para poder proyectarla en Cochabamba. Estamos buscando grupos que puedan llevar el filme allí. Veremos si se puede contactar con el mARTadero o alguna otra institución cultural. Veremos si se da el milagro.
¿Qué hace falta para frenar la violencia contra la mujer?
Hay que poner en cuestión los enfoques victimistas que ahora están presentes en la ley que es conciliatoria y prácticamente inútil. Hay que sacar el tema de la intervención policíaca. Hay que entender que las instituciones que dicen que trabajan contra la violencia se sirven de ella y son brazos que la prolongan. Basta irse una mañana a la Brigada de Protección a la Familia, que empezando por su nombre ya te indica que allí lo que interesa es la familia y no la mujer. Ver el desprecio con el que son tratadas las mujeres donde la propia oficial que te atiende ni siquiera te está escuchando.
Hay que poner en cuestión el trabajo del Instituto de Medicina Forense, que no sabemos por qué, de manera recurrente, minimiza la violencia en sus informes. Hay que poner en cuestión todo ese brazo empezando en la Policía y terminando en las ONGs. Hay que reconceptualizar la violencia y eso sólo lo harán las propias mujeres que sufren. Hay que organizarse, actuar y generar formas de solidaridad social. Hay que dejar de señalar a la víctima y poner en evidencia al victimador. No es la mujer que debe sentir vergüenza por sufrir un acto de violencia es la pareja, el violento que debe sentir esa vergüenza. Eso es una tarea social y colectiva. Acá al hombre violento no sólo se lo tolera, sino que se lo gratifica, se lo comprende y, en otros casos, se lo socapa. Y las mujeres cuando estamos en el lugar de la suegra muchas veces somos parte de esa coraza de complicidad. Eso es lo que mi película pone en cuestióne