Quién nos salva? Nadie nos salva! Quien nos guía? Nadie nos guía! Ellos de nuevo? Huevo carajo!

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Intervencion en el monumento al soldado desconocido en el centro de La Paz. Asi como los monumentos representan el discurso patriarcal y chauvinista del estado. Nuestra intervencion colectiva apunta a proponer otros lenguajes de lucha y contenidos mas profundos. La polarizacion de la sociedad tiene como uno de sus ejes principales el caudillismo y el mesianismo. Esta intervencion fue realizada por la articulacion de mujeres feministas gestada y propuesta desde Mujeres Creando.

Sin soldados no hay guerras

Greta Vargas – Integrante de Mujeres Creando


Es urgente salir de la dicotomía que nos muestran los políticos de un bando o de otro. Para esto, uno de los pasos es develar al caudillo, aquel que se presenta como único salvador, aquel que tiene la verdad absoluta y que además sabe que es bueno (según su lógica) para la sociedad, así poco a poco se va armando un pedestal duro e insensible, desde donde el cual desplegará todo su poder en un momento determinado. Así pasó con Evo Morales el año 2006, en un contexto álgido, las condiciones lo favorecieron, la sociedad buscaba alguien en quien creer, es así que la mayoría que votó por él, confió en sus palabras, en sus promesas, pero con el paso del tiempo y al concentrarse el poder sólo en él, fue cambiando hasta convertirse en lo que ahora es. Una persona incapaz de escuchar y ver lo que está sucediendo. No quiere escuchar la voz del pueblo, no quiere saber del voto ciudadano que le dijo NO queremos tu re re elección. No quiere ver toda la violencia desataca a raíz de su tozudez por no querer dejar la silla presidencial en las cuestionadas elecciones de este 20 de octubre.


Ahora, otra figura igual o más peligrosa se forja en Santa Cruz, ¿acaso Luis Fernando Camacho es el próximo caudillo?, ¿Otra vez se caerá en el error de endiosar a una persona e idealizarla hasta tal punto de dejarse deslumbrar y seguirlo sin importar el contenido de su discurso? Pero, esta vez, se nos presenta impregnado de un halo religioso, en una sociedad enceguecida por la fe católica, con un discurso lleno de misoginia, homofobia y machismo, pero disfrazado de paz, amor y unidad. Esta figura nos advierte la pérdida de nuestras libertades conquistadas, significa un retroceso total a todas las conquistas de una sociedad que busca ser libre en todos los sentidos.


El caudillo, esa voz autorizada, esa imagen impositiva, que sube al poder impulsado por los deslumbrados por su carisma, creyentes de sus discursos demagogos, por quienes lo apoyan ciegamente. Serán más adelante la carne de cañón, cuerpos dispuestos a recibir golpes, balas, dispuestos a enfrentarse a nombre de un tercero que les ha vendido un sueño falso. Olvidándose completamente de sí mismos. Cuando la base de toda sociedad, es la individualidad, no seguir ningún mesías que sólo destruye el criterio propio.   


¿Cómo podemos enfrentarnos a un tirano? Tal como podría ocurrir en una familia, donde el padre es violento el hijo se rebela, lo critica, no quiere ser como él, pero al defenderse lo hace en el mismo código de su agresor: la violencia, se defiende a puño cerrado contra el padre. Al hacer esto, cae en su propia crítica, pero ¿Qué herramientas tiene ese hombre que cuestiona la tiranía de su padre, además de la violencia? ¿Qué puede hacer? cuando dentro de la construcción de su masculinidad la violencia, el imponerse contra el otrx es el único lenguaje que conoce. ¿Cómo romper con esa cadena que solo trae sangre, muerte y desgracia? Esta es una tarea pendiente y urgente que deben responder principalmente los hombres.


Evidentemente, estamos en un contexto tenso y violento, donde conviene a caudillos contrincantes exacerbar el racismo, la violencia, al alarmismo, la conspiración, etc. y así enfrentarnos entre bolivianxs hasta el cansancio, mientras que los de arriba llegan acuerdos basados en intereses económicos y políticos. Por eso, es urgente pensar en otros lenguajes de lucha. Es urgente y es posible.


Las trágicas muertes de dos personas en Montero, nos dice que la violencia va de subida. Antes de alarmar a la sociedad anticipando situaciones que esperemos que nunca sucedan, es importante decir que sin soldados no hay guerras. Los hombres de arriba, pero especialmente los de abajo deben saber que sin cuerpos armados no hay confrontación, niéguense a disparar, a herir al otrx. Por eso, en tono imperativo pedimos, exigimos a todos los hombres que TRAICIONEN AL PATRIARCADO, rompan con ese padre simbólico, que habla desde la comodidad de su despacho, de su tarima, alejado de la confrontación, pero que lanza sendos discursos dirigidos a confrontar. Rompan con la violencia, rompan con ese mandato de: “hay que ponerle el pecho a las balas”. Cuando lo más importante es la vida, lo prioritario es cuidar la vida de cada persona. No necesitamos héroes forjados en medio de muerte y confrontación. Necesitamos nuevos lenguajes de lucha, nuevos horizontes de protesta, necesitamos reinventar lo que entendemos por política.


Nosotras las mujeres, desde distintos feminismos nos negamos a entrar en un lenguaje de violencia, nos negamos a entrar en la polarización, porque sabemos que es propio de la machocracia (*) por eso en cada departamento abrimos espacios de análisis, debate de la coyuntura que estamos viviendo y salir a las calles de forma no violenta. Porque es importante preguntarnos como sociedad ¿cómo llegamos a este punto? Y si escarbamos sabremos que es el sistema político representativo el que no funciona, el que está desgatado. Porque sólo conocemos al caudillismo como forma de hacer política.


Creemos que es posible salir de esta cruenta situación, abriendo grietas para repensar el país, lanzado preguntas y más preguntas sobre democracia, política, libertades, impregnando las calles de otros lenguajes de lucha, inventando protestas creativas y pacíficas. Y sobre todo, tomando la palabra y advertir que no podemos repetir los mismos errores del pasado. Porque no necesitamos de ningún caudillo, tampoco ser expertxs ni politólogxs, para analizar lo que diariamente vivimos y sobre todo para saber que necesitamos.


(*) Término acuñado por Maria Galindo que significa una caracterización de la política en manos de los patriarcas, enraizadas en violencia, corrupción, y misoginia.

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